Bar-librería, café-librería, librería-bar ¿por qué están
surgiendo? Dice Clea, de La Fugitiva,
que la razón es la añoranza; después de tanta digitalización y tanto minimalismo, el lector siente la nostalgia de lo que fue y ahora vuelve a encontrar: un lugar acogedor
donde sentirse en casa rodeado de objetos bellos -los libros-. El
librero-camarero conoce por su nombre a quien entra, sabe qué libro busca pero también qué infusión le
gusta. Es un bar
pero no hay televisión, no se
escucha música o es suave, solo conversaciones quedas entre las que el tiempo corre de otra manera, quizá a la velocidad a la que se pasa de página cuando una lectura es subyugante.
Hemos seleccionado cinco espacios, algunos de ellos están en Sala-mandra.es, donde se pueden celebrar eventos de todo tipo mientras se susurra sobre lecturas o se pide consejo a libreros o libreras -muy ilustrados y con mandil -, donde es posible participar
en un taller de escritura, preguntar a un autor nuevo o viejo. No se trata de sitios con un baño cultural como nueva estrategia de ventas sino de espacios para compartir cultura, donde encontrarse con otros raritos inquietos y buscadores que se sienten
orgullosos de pertenecer a la minoría lectora.
En todas ellos hay
rasgos comunes: son sitios de sosiego, con horarios
a la medida de la gente -largos y nocturnos- sin echar el cierre al mediodía o
en festivos, y comparten el deseo de desagraviar
a la buena literatura. Sus promotores estimulan la neurona creativa para hacer sentir la experiencia de que leer es
un placer: Cocidos poéticos (Vergüenza
Ajena), El infame del mes (Tipos Infames), presentaciones de libros que
acaban con cava y berenjenas (La
Fugitiva) etc. Decenas de propuestas para que
los lectores vayan de libros tanto como van de bares. ¿Están contribuyendo a crear nuevos lectores y compradores?
En la fachada de este espacio de Chamberí-Arguelles, la R de librería se cruza con la r de bar en un scrabble
que no deja lugar a dudas. Aquí se puede presentar un libro sin que algunos
asistentes, nerviosos, miren el reloj cada poco porque se quieren ir al bar de al lado a por unas cañas en cuanto el
evento termine.
“No existe una licencia del Ayuntamiento para abrir un
Bar-Librería, así que legalmente
Vergüenza Ajena es un bar donde se puede
comer menú del día casero o unas tapas y,
además, ojear y comprar libros de nuestra
selección de narrativa, poesía, feminismo o medioambiente”.
No paran de convocar actividades: “llevamos ya 72 jam-sessions de poesía en las que un poeta lee su último libro editado. Los domingos celebramos El Cocido Poético y los asistentes se lanzan a leer sus poemas. El público elige de entre ellos el que más le gusta y queda libre de pagar el cocido”.
No paran de convocar actividades: “llevamos ya 72 jam-sessions de poesía en las que un poeta lee su último libro editado. Los domingos celebramos El Cocido Poético y los asistentes se lanzan a leer sus poemas. El público elige de entre ellos el que más le gusta y queda libre de pagar el cocido”.
Les pregunto sobre el florecimiento de espacios culturales
de todo tipo en las grandes ciudades.
Manuel me da la de cal que entierra el optimismo: “No nos engañemos, espacios
como el nuestro son una excepción; somos
pocos y la mayoría estamos concentrados en el centro, mientras que en los barrios donde antes existía vida
cultural (por ejemplo Carabanchel, donde vivo) ya no existe nada”. Una cruel
ironía, flores en el centro de Madrid frente a una periferia que se ha ido desertizando en lo social y
cultural.
Me voy y dejo a Manuel y Álvaro, libreros
apasionados por la lectura, metiendo
cajas de bebidas porque el bar-librería se llenará de gente a la hora de la
cena.
Una jam session poética en VERGUENZA AJENA, Madrid |
En Malasaña este bar-librería atrapa,
es difícil salir sin llevarse un libro porque siempre tienen muchos títulos
sugestivos. Gonzalo Queipo nos dice: “Surgimos entre otras cosas gracias a la
ley de precio fijo de los libros, lo que
nos permite ser competitivos frente a otras librerías más grandes”.
Es uno de los lugares donde recalan los lectores y
compradores de libros, quienes aun siendo una
minoría están sosteniendo las librerías pequeñas. También va gente a reunirse con otros para
hablar y tomar algo. “No hemos inventado
nada, porque no somos tampoco la primera librería café, pero sí reivindicamos la librería de siempre cuyos fondos reflejan lo que nos gusta a
nosotros: narrativa, poesía, ensayo; tratamos de encarnar al librero que sabe
lo que tiene y es capaz de defenderlo, de transmitir entusiasmo por lo que le gusta y descubrir
también sus virtudes y sus carencias”.
Disponen de una sala en la planta inferior donde celebrar
exposiciones de arte, debates. Tipos
Infames tiene una amistad íntima con los vinos, gracias a la que se maridan
títulos literarios y bodegas.
TIPOS INFAMES, Madrid |
que bueno
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