miércoles, 25 de marzo de 2015

Librerías-café, para raritos cada vez más numerosos (1)



Bar-librería, café-librería, librería-bar ¿por qué están surgiendo? Dice Clea, de La Fugitiva, que la razón es la añoranza; después de  tanta digitalización y tanto minimalismo, el lector siente la nostalgia de lo que fue y ahora vuelve a encontrar: un lugar acogedor donde sentirse en casa rodeado de objetos bellos -los libros-. El librero-camarero conoce por su nombre a quien entra, sabe qué libro busca pero también qué infusión le gusta. Es un bar pero no hay televisión, no se escucha música o es suave, solo conversaciones quedas entre las que  el tiempo corre de otra manera, quizá  a la velocidad a la que se pasa de página cuando una lectura es subyugante.

Hemos seleccionado cinco espacios, algunos de ellos están en  Sala-mandra.es,  donde se pueden celebrar eventos de todo tipo mientras se  susurra sobre lecturas o se pide  consejo a libreros o libreras -muy  ilustrados y con mandil -,  donde es posible participar en un taller de escritura, preguntar a un autor nuevo o viejo. No se trata de sitios con un baño cultural como nueva estrategia de ventas sino de espacios para  compartir cultura, donde encontrarse con otros raritos  inquietos y buscadores que se sienten orgullosos de pertenecer a la minoría  lectora.  

En todas ellos  hay rasgos comunes: son sitios de sosiego, con horarios a la medida de la gente -largos y nocturnos- sin echar el cierre al mediodía o en festivos, y comparten el deseo  de  desagraviar  a la buena literatura. Sus promotores estimulan la neurona creativa  para hacer sentir la experiencia de que leer es un placer:  Cocidos poéticos (Vergüenza Ajena), El infame del mes (Tipos Infames), presentaciones de libros que acaban con cava y berenjenas (La Fugitiva) etc. Decenas de propuestas  para que los lectores vayan de libros tanto como van de bares. ¿Están contribuyendo a crear nuevos lectores y compradores?


En la fachada de este espacio de Chamberí-Arguelles, la R de librería se cruza con la r de bar en un  scrabble que no deja lugar a dudas. Aquí se puede presentar un libro sin que algunos asistentes, nerviosos, miren el reloj cada poco porque se quieren ir al bar de al lado a por unas cañas en cuanto el evento termine.

“No existe una  licencia del Ayuntamiento para abrir un Bar-Librería, así que legalmente Vergüenza Ajena  es un bar donde se puede comer menú del día casero o unas tapas y, además, ojear  y comprar libros de nuestra selección de narrativa, poesía, feminismo o medioambiente”. 
No paran de convocar actividades: “llevamos  ya  72 jam-sessions  de poesía en las que un poeta  lee su último libro editado. Los domingos celebramos El Cocido Poético  y los asistentes se lanzan a leer sus poemas. El público elige de entre ellos el que más le gusta y queda libre de pagar el cocido”.

Les pregunto sobre el florecimiento de espacios culturales de todo tipo  en las grandes ciudades. Manuel me da la de cal que entierra el optimismo: “No nos engañemos, espacios como el nuestro son  una excepción; somos pocos y la mayoría estamos concentrados en el centro, mientras que  en los barrios donde antes existía vida cultural (por ejemplo Carabanchel, donde vivo) ya no existe nada”. Una cruel ironía, flores en el centro de Madrid frente a una periferia que se ha ido desertizando en lo social y cultural.

Me voy y dejo a Manuel y Álvaro, libreros apasionados por la lectura,  metiendo cajas de bebidas porque el bar-librería se llenará de gente a la hora de la cena.
Una jam session poética en VERGUENZA AJENA, Madrid



En Malasaña este bar-librería atrapa, es difícil salir sin llevarse un libro porque siempre tienen muchos títulos sugestivos. Gonzalo Queipo nos dice: “Surgimos entre otras cosas gracias a la ley  de precio fijo de los libros, lo que nos permite ser competitivos frente a otras librerías más grandes”.

Es uno de los lugares donde recalan los lectores y compradores de libros, quienes aun  siendo una minoría están sosteniendo las librerías pequeñas. También va gente a reunirse con otros para hablar y tomar algo. “No hemos inventado nada, porque no somos tampoco la primera librería café, pero sí reivindicamos la librería de siempre cuyos fondos reflejan lo que nos gusta a nosotros: narrativa, poesía, ensayo; tratamos de encarnar al librero que sabe lo que tiene y es capaz de defenderlo, de  transmitir entusiasmo por lo que le gusta y descubrir también sus virtudes y sus carencias”.

Disponen de una sala en la planta inferior donde celebrar exposiciones de arte, debates.  Tipos Infames tiene una amistad íntima con los vinos, gracias a la que se maridan títulos  literarios y bodegas. 

TIPOS INFAMES, Madrid



Continuaremos desvelando nuevos lugares en el próximo post....

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